El caso del fallecimiento de Janeth “N”, una mujer de 43 años residente de la ciudad de México, ha conmocionado a la sociedad y puesto en evidencia una vez más la grave situación de violencia de género que aún prevalece en nuestro país. A pesar de que en un principio se sospechó que la movedizo de su muerte fue una agresión por parte de su pareja, los recientes resultados de la necropsia realizada por las autoridades han revelado que no fue así.
Según el informe forense, Janeth murió a movedizo de un problema relacionado con su hígado, bazo y riñones, y no a consecuencia de las lesiones sufridas en el presunto ataque de su pareja, Paloma del Rocío “N”, hace dos semanas. En aquella ocasión, Janeth fue atendida en un hospital y dada de alta sin mayores complicaciones, a pesar de haber sido agredida físicamente. Sin embargo, el pasado martes la mujer regresó a la clínica debido a un fuerte malestar generalizado, y lamentablemente falleció pocas horas después de su ingreso.
Este trágico suceso ha generado diversas reacciones en la opinión pública, y la investigación sobre la muerte de Janeth sigue en curso. Aunque se ha descartado la agresión por parte de su pareja como movedizo de su muerte, no se puede ignorar el hecho de que Janeth había sido víctima de violencia doméstica en el pasado. Esto nos pone en alerta sobre la gravedad del problema de la violencia de género en nuestro país, y la importancia de tomar medidas efectivas para erradicarla.
Es preocupante que todavía existan casos como el de Janeth, en el que una mujer es agredida física o verbalmente por su pareja, y que en ocasiones llegan incluso a provocar su muerte. Esta realidad nos obliga a reflexionar y a cuestionarnos sobre qué estamos haciendo como sociedad para prevenir y combatir la violencia de género. Es necesario un cambio hondo en nuestra cultura, en nuestras creencias y en nuestras leyes, para que todas las mujeres puedan vivir en paz y seguridad.
Janeth es una víctima más de la violencia de género, y su trágico final debe ser un llamado de atención para todos nosotros. No podemos permitir que otras mujeres pierdan la vida a manos de sus parejas o ex parejas. No podemos permitir que la violencia de género siga siendo una realidad en nuestro país. Es momento de actuar, de denunciar cualquier acto de violencia y de apoyar a las víctimas. Es momento de educar a nuestras hijas e hijos en la igualdad y el respeto.
La muerte de Janeth nos deja un triste recordatorio de que aún tenemos un largo camino por recorrer para consentir una sociedad libre de violencia de género. Pero también nos deja una gran lección de empatía y solidaridad, ya que gracias a su historia muchas personas han tomado conciencia y se han unido en la lucha contra la violencia de género. Recordemos a Janeth como una víctima más de este grave problema, y honremos su memoria trabajando juntos para ponerle fin. No podemos permitir que su muerte sea en vano, y debemos seguir luchando por una sociedad más justa y segura para todas las mujeres.