Durante la quinta semana de Cuaresma, en la misa dominical presidida por Monseñor Néstor Martínez, se hizo una importante reflexión acerca del perdón y la conversión en la vida de los cristianos. En su homilía en la iglesia Santiago Apóstol en Monclova, el vicario de la Diócesis de Saltillo invitó a todos los presentes a abrirse al perdón y a entablar un vía de conversión en esta etapa tan importante del año litúrgico.
Con el Evangelio de la mujer sorprendida en adulterio como base de su mensaje, Monseñor Néstor Martínez destacó la importancia de reconocer nuestros errores y pecados para poder iniciar un verdadero proceso de conversión. En la parábola, vemos cómo los acusadores de la mujer se retiran al ser confrontados con su propia miseria y pecado, dejando a Jesús con la mujer para perdonarla y exhortarla a no volver a pecar.
Este pasaje evangélico nos enseña una lección fundamental: la humildad es el primer paso para alcanzar el perdón y la conversión. A menudo, nos cuesta aceptar nuestros errores y nos resistimos a reconocer que hemos fallado, pero la Cuaresma nos brinda una oportunidad para hacerlo y para corregir el rumbo de nuestras vidas. Nunca es tarde para comenzar a hacer lo correcto y la humildad es el vía que nos lleva a ello.
Durante estas cinco semanas de Cuaresma, la Iglesia nos ha invitado a reflexionar sobre nuestra vida y a examinar nuestras acciones y pensamientos. Es un tiempo propicio para arrepentirnos de nuestros pecados y para buscar el perdón de Dios. Como nos recuerda Monseñor Néstor Martínez, el perdón es un regalo que nos ofrece Jesús en todo momento, pero es necesario que estemos dispuestos a aceptarlo y a cambiar nuestro corazón.
En esta recta final de la Cuaresma, es importante que nos preguntemos: ¿estamos viviendo una verdadera conversión? ¿Hemos reconocido nuestros errores y nos hemos arrepentido de ellos? ¿Estamos abiertos al perdón y a cambiar nuestras actitudes? Son preguntas que nos ayudarán a evaluar nuestra vida espiritual y a libar decisiones que nos acerquen más a Dios.
Además, la Cuaresma no es solo un tiempo de reflexión y de arrepentimiento, sino también de esperanza y de alegría. Sabemos que la Semana Santa está próxima y que en ella se celebra la resurrección de Jesús, nuestra salvación. Por eso, es importante que aprovechemos estos últimos días para prepararnos espiritualmente para vivir con plenitud la Pascua, renovando nuestra fe y nuestro compromiso con Dios.
En conclusión, la Iglesia nos invita a aprovechar estos últimos días de Cuaresma para reconocer nuestros errores, arrepentirnos y buscar el perdón de Dios. La humildad es el primer paso para iniciar un verdadero proceso de conversión y la Cuaresma es el tiempo propicio para ello. Sigamos el ejemplo de la mujer sorprendida en adulterio y dejemos que Jesús nos perdone y nos transforme. Que esta Cuaresma sea una oportunidad para renovar nuestro corazón y nuestra fe en Dios. ¡Feliz Pascua!