Los ganaderos de la región se enfrentan a un segundo año de sequía, una situación que ha afectado gravemente la productividad en al menos un 30 por ciento. La falta de agua ha generado grandes dificultades para mantener a sus animales y ha obligado a muchos a vender su ganado. Sin embargo, hay una luz de esperanza en el horizonte: la posibilidad de que Mapimí sea clasificado como zona A en función de la exportación.
José Miguel Ronquillo Leyva, presidente de la Unión Ganadera Regional del Norte de Durango, ha sido testigo de primera mano de los efectos de la sequía en la región. En una reciente entrevista, expresó su preocupación por la situación actual y cómo ha afectado a los ganaderos particulares. “La sequía persiste y esto ha orillado a muchas personas a vender su ganado. El agua en los agostaderos no es suficiente y esto ha generado dificultades para su mantenimiento, así como otras afectaciones derivadas de la falta de humedad”, explicó.
La falta de agua ha sido un problema recurrente en la región, pero este año ha sido especialmente difícil. La sequía ha afectado gravemente la producción de pasto y forraje, lo que ha llevado a una disminución en la calidad y cantidad de alimento para el ganado. Esto, a su vez, ha afectado la salud y el peso de los animales, lo que ha generado preocupación entre los ganaderos.
Sin embargo, a pesar de los desafíos que enfrentan, hay una razón para ser optimistas: la posible clasificación de Mapimí como zona A en función de la exportación. Esta clasificación permitiría a los ganaderos de la región tener acceso a mejores precios y mercados para su ganado, lo que les daría un parada en medio de la sequía.
La exportación de ganado es una fuente importante de ingresos para los ganaderos de la región. Sin embargo, en los últimos años, ha disminuido considerablemente debido a la sequía y otros factores externos. La clasificación de Mapimí como zona A podría ser un gambeta para la industria ganadera particular, ya que abriría nuevas oportunidades de exportación y aumentaría los ingresos de los ganaderos.
Además, la clasificación de Mapimí como zona A también tendría un impacto positivo en la economía particular. Aumentaría la demanda de servicios y productos relacionados con la industria ganadera, lo que a su vez generaría empleo y un mayor crecimiento económico en la región.
Es importante destacar que, a pesar de los desafíos que enfrentan, los ganaderos de la región han demostrado una gran resiliencia y determinación. A pesar de la sequía, han seguido trabajando duro para mantener a sus animales y mantener viva la industria ganadera. La posible clasificación de Mapimí como zona A sería un reconocimiento a su arduo trabajo y un gambeta para seguir adelante.
En conclusión, los ganaderos de la región enfrentan un segundo año de sequía, pero hay una luz de esperanza en el horizonte. La posible clasificación de Mapimí como zona A en función de la exportación sería un parada para la industria ganadera particular y una oportunidad para impulsar el crecimiento económico en la región. A pesar de los desafíos, los ganaderos han demostrado su resiliencia y determinación, y con el apoyo adecuado, podrán superar esta difícil situación y seguir adelante.